domenica 21 novembre 2010

Ñoquis de calabaza con salsa de longaniza


Cuando pienso a los ñoquis pienso a la cocina de mi abuela llena de harina por todos los lados y a las huellas de patatas sobre los muebles.
También pienso en el taylorismo aplicado a los nietos: todos en batería, quien amasaba, quien preparaba los cilindros, quien los cortaba, quien daba la forma col tenedor.
Y me entra la misma alegría que sabia a día de fiesta, a juego y a sabor prohibido para todos los ñoquis que lográbamos comer crudos mientras mi abuela no estaba mirando.
Esta no es la receta de los ñoquis tradicionales de patatas con salsa al pesto, que por cierto son típicos de mi región.
Es un desafío para todos los que dicen que este tipo de pasta no le gusta, llevan calabaza.
Yo creo que los encuentros desafortunados se deben a los ñoquis comprados, ya que llevan mucha harina. Esto hace que su elaboración sea mucho más fácil pero que también parezcan más a una bala de arma de fuego que a un manjar delicado.
Por esta razón os aconsejo a volveros locos con los cilindros y intentar hacer la masa con menos harina posible (el limite está en que no se pegue a la tabla y vosotros con ella), esto os garantirá que se os deshagan en el paladar.

Gnocchi di zucca al sugo di salsiccia


qué:
para los ñoquis:
800 g de calabaza
400 g de patatas
100 g de harina
100 g de parmesano
nuez moscada
sal y pimienta
para la salsa:
500 g de longaniza
una hoja de laurel
2 puerros
una bandeja de champiñones

como:
Cortar la calabaza en trozos y ponerla en una bandeja de horno revestida de papel de aluminio a 180 grados por 30 minutos. Dejarla enfriar, quitar la corteza y pasar la pulpa el pasapuré.
Hervir las patatas hasta que se queden blandas, dejarlas enfriar, quitar la piel y pasarlas en el pasapuré.
Mezclar las dos pulpas en un bol , salar, pimentar, añadir la nuez moscada, el parmesano y añadir poco a poco la harina, amasando.
Hay que conseguir una masa blandita que no se pegue demasiado a los dedos y que se pueda trabajar.
Es muy importante que las verdura estén frías antes da añadir harina, esto hace que tengáis que añadir menos harina.
Hervir las patatas hasta que se queden tiernas.
Pasar la calabaza y las patatas en el pasapuré, poner la mezcla en un bol , salar, pimentar, añadir un rallado de nuez moscada, el parmesano rallado y añadir poco a poco la harina, amasando.
Hay que conseguir una masa blandita que no se pegue y que se pueda trabajar.
Poner un poco de harina en la mesa, coger una bola de masa y hacer unos cilindros presionando muy delicadamente con las manos.


Cortar los cilindros en trocitos de un cm con un cuchillo que antes habéis pasado en la harina.


Por la escasa cantidad de harina, estos ñoquis son muy frágiles, por esta razón no le he dado el característico rallado con el tenedor.
Preparar unas bandejas de cartón poniendo un poco de sémola de trigo y ir poniendo allí los ñoquis mientras los vais acabando.


Poner hervir el agua en una olla con una cucharada de aceite y un puñado de sal gorda.
Preparar la salsa.
Quitar la piel a la longaniza y cortarla en trocitos. Tal como está pasarla en una sartén caliente con la hoja de laurel para que saque su grasa; cuando habrá cogido color, añadir unas cucharas de aceite, los puerros cortados en rodajas y los champiñones en lamas. Seguir cociendo y salar.
Cuando el agua está hirviendo echar los ñoquis poco a la vez y cuando suben a la superficie, sacarlos con una espumadera y ponerlos en la sartén donde está la longaniza.


Dejarlos cocer un minuto teniendo cuidado en removerlos para que no se deshagan.



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lunedì 1 novembre 2010

Risotto exprés


Mi madre, como todas las madres trabajadoras, tenía que hacer malabarismos a la hora de la comida; esto te suele pasar si entras en casa en el mismo momento de tu dos hijos hambrientos que te piden a gritos: “Mamáaaa!! Qué comemos??”

Bueno, la solución exprés de mi madre no era la pasta (que tarda muy poco), no.

Tampoco un sándwich (era siempre una mamá italiana, vaya).

Era el risotto!

Claro, esto no hubiera sido posible sin su fiel aliado en las batallas de la cocina: una olla express (en concreto una Lagostina).

Entraba en la cocina, sacaba las verduras (solía hacerlo con pimientos) de la nevera. En dos segundos todo estaba recortado. Sacaba la olla del mueble, el arroz, el agua y piff! en otros dos segundos la misteriosa olla estaba haciendo su trabajo.

Luego desaparecía en su habitación (mi madre, no la olla) para respirar, quitarse el cansancio de una mañana de estudiantes animados; a mi hermano y a mí nos tocaba poner la mesa y bajar el fuego en el momento del silbado.

Volvía a entrar en la cocina, apagaba el fuego, apagaba la campana (“por favor quitadme todos los ruidos”), y tiempo 15 minutos desde su ingreso en casa, los tres estábamos comiendo nuestro risotto.

Luego la hija creció, y le tocó el papel de responsable de la comida en casa. A mí también me encantaba hacer risotto, pero en la manera tradicional. La olla exprés era algo que respetaba, pero no quería tener relación con ella.

y esta mala relación seguí durando: desde que me fui de la casa de mis padres no se me ocurrió nunca comprarla.

Parece que el rumbo ahora haya cambiado. Será que después de años luchando contra el tiempo a la vuelta del trabajo he decidido que no tenía sentido no rendirse a algo que liberó ya bastante mujeres de las generaciones pasadas.

Ha entrado en casa una WMF. Es tanto tecnológica que da miedo. No silba, lanza señales acústicos con un timer. Bip, bip, bip. Cada vez pienso que vaya a despegar.

Se me ha dado por experimentar TODO allí adentro.

Esto no quita que si me sale el antojo de risotto tradicional vuelva al antigua cacerola de barro.

Solo una nota sobre el risotto en la olla exprés: está riquísimo, solo es un poquito diferente; los granos son mas compactos, separados, porqué sueltan menos almidón.



Risotto ai funghi porcini


Qué:

1 taza (200 g) de arroz para risotto

2 tazas de agua caliente

½ taza de vino blanco

2 setas medianas boletus

½ cebolla

1 diente de ajo

Aceite EVO

Cubito de avecrem

Mantequilla

Parmesano

Perjil picado


Como:

Limpiar las setas y cortarlas en lonchitas.

Cortar la cebolla y el ajo muy finos y sofreírlos con un poco de aceite en la olla.

Añadir el arroz y esperar unos instantes a que se tueste, o sea que esté bien dorado, y luego añadir el vino de golpe. Añadir las setas cortadas. Echar el agua (en que habéis más o menos disuelto el cubo de avecrem) en la siguiente proporción: dos medidas por una de arroz.

Cerrar la olla con la tapa, y con el fuego a la máxima potencia esperar a que silbe, luego bajar al mínimo y cocer por 6 minutos (esto claro, según la olla).

Apagar y poner la olla bajo un chorro de agua fría; después abrir la válvula para sacar el vapor y abrirla. Este procedimiento es para que se quede más jugoso el arroz.

Añadir una cucharada de mantequilla, un poco de parmesano rallado y el perejil picado, remover y dejar reposar dos minutos antes de comer.


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